La bruja que se convertía en zorra

Ilustracion del Roman de Renard, s.XIII

Recopilado por Apel·les Mestres, en “Leyendas del Montseny” (1933).

La bruja que se convertía en zorra

Había una vez una mujer que era bruja. Esta bruja, cada atardecer bajaba al rio, se desnudaba, se revolcaba por el arenal y se convertía en zorra. Entonces echaba a correr y partía a hacer sus maldades. Antes del amanecer volvía cerca del rio, se revolcaba de nuevo por el arenal y recobraba la forma humana.
Una noche, un hombre que la había espiado le robó la ropa, pero un lobo enorme que la guardaba – y que debía ser un brujo-, le salió de repente al paso. El hombre, asustado, empezó a correr, y el lobo tras él… Y nunca se ha sabido donde fueron a parar. ¡Aún deben correr los dos!

Este cuento brevísimo condensa grab parte de las creencias sobre licantropía. En primer lugar, nos remite a la idea de girar y cambiar de ropa para transformarse (también, aunque no de manera explícita hace referencia a la idea medieval de que quien robaba la ropa a un licántropo impedía que volviera a transformarse en humano). También muestra la coexistencia del lobo y el zorro en el imaginario europeo occidental (recordemos que en la forma Occidental del cuento de Iván Zarevich y el Lobo Gris, el zorro sustituyó al lobo). La referencia final a las historias de persecuciones eternas se vincula también a la Caza Salvaje.

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